Todo comenzó una mañana de otoño. Yumi estaba en su casa, recién levantada, y tomando un ligero desayuno a base de té y un dulce. Aún estaba con su ropa de dormir. El ligero vestido que le llegaba por la mitad del muslo era de un color verdoso, de seda fina y con bordeados de blanco. Los diferentes encajes adornaban este dándole un estilo único. Era como media mañana cuando tras asearse y recoger todo alguien llamó a la puerta. Yumi bajó con dificultad mientras se abrochaba el vestido del uniforme. Cuando lo tenia ajustado abrió la puerta. En el porche de la casa había un agente del Dai Li, a juzgar por la placa de su uniforme era un simple mensajero de la organización. Al bajar los 4 peldaños del poche se encontraba un carromato con otro agente.
-Buenos días, señorita Kôta- Dijo el agente Dai Li- Se le necesita en el cuartel.
-Bien, termino de arreglarme y salgo- Dijo mientras cerraba la puerta.
Yumi se arregló el pelo y se termino de poner el uniforme. Cogió las cadenas y las puso en las mangas, así como al llevar las manos al frente los guantes de roca se acoplaron a estas.
Bajo al piso de la calle y abrió de nuevo la puerta. El agente seguía ahí como si nada, como si no hubiese pasado el tiempo.
-Tenemos prisa, señorita- Dijo con tono impaciente.
Yumi y el agente se dirigieron al carromato tras haber cerrado la puerta de la casa. Una vez dentro de este, el conductor le dio un tirón de riendas al Caballo Avestruz, y éste se dispuso a caminar. Transcurrió el tiempo durante el trayecto. Yumi aun no era capitana del Dai Li, esto era antes de todo eso. Era una agente, maestra tierra encargada de los interrogatorios de los presos.
En cuestión de media hora llegaron a lo que parecía un edificio bastante desalentador, con una vieja y polvorienta entrada. Bajaron del carromato y se dirigieron al interior. Ahí dentro había una serie de guardias, pues era una comisaría del anillo exterior de Ba Sing Se.
-Pase por aquí por favor.
El agente le indicaba una puerta hacia una sala de pequeñas dimensiones en la que a penas cabían 5 personas. Tras entrar cerraron la puerta. De repente el suelo de la sala dió un pequeño temblor y comenzó a descender. Todo eso transcurría demasiado rápido. Era una entrada poco usual de la organización. Llegaron al final de trayecto en pocos minutos. Estaban de nuevo en una sala muy pequeña. Ésta tenía una puerta de metal. Se abrió una rejilla y los ojos de otro agente le miraron. El mensajero de acercó a éste y le susurró algo que Yumi no alcanzó a oír. De repente la rejilla se cerró y la puerta se abrió con un fuerte y estridente crujido. El nuevo agente dijo:
-Señorita Kôta, un placer, soy Dao Ming. Seré quien le guíe ahora.
Acto seguido Yumi entró en el pasillo y la puerta con el mensajero se cerró. Se dispuso a seguir a Dao, el cual le llevaba unos pasos de ventaja. Llegaron frente a otra puerta metálica situada en un ancho pasillo, excavado en la roca. El ambiente era húmedo y lúgubre. Todo se iluminaba con una tenue luz verde expulsada por unas rocas cristalinas. El agente Dao señaló la puerta.
-Lo tiene aquí dentro, debemos llevarlo a la sala de interrogatorios-Dijo con tono expectante.
-Bien, ¿de donde es?- Dijo Yumi mirándole a los ojos.
-Nación del fuego, es un maestro fuego.
-Tendremos que tomar precauciones, tráigame una dosis de Jinn amarillo y extracto de saliva de Shirzu- Dijo apoyando la mano en la puerta.
El agente Dao desapareció unos minutos y volvió con otros dos agentes y unas cajitas con todo lo que Yumi le había pedido. Éste le enseño las dosis y el objeto para inyectarlo.
-Todo correcto, inyectadlo y llevadlo a la tercera, os espero allí.-Dijo Yumi mientras se iba por el amplio pasillo a la sala de interrogatorios.
Yumi entró en esta y miró a su alrededor. Una cruz de piedra con unos grilletes para sujetar al preso se situaban bajo una roca cristalina de color verde que daba una tenue y fría luz a la sala. De repente tocaron la puerta de metal con unos suaves golpecitos. Yumi les abrió. Era Dao con los otros dos ayudantes que traían al preso. Éste estaba dormido, como paralizado por el extracto de shirzu. Además el cansancio y las horribles horas de retención hacían mella sobre éste.
Lo colocaron en la cruz y le pusieron los grilletes. Al terminar de hacerlo estos tres agentes abandonaron la sala dejando a Yumi con el preso. Ésta estaba esperando a que despertara pues al hacerlo la primera pregunta sería -¿Quién te envía?-.
El muchacho movió la cabeza con un gesto moribundo. Yumi se percató y se dirigió a él.
-¿Quién te envía?-Dijo con un tono firme, sin vacilaciones.
El preso levanto la cara y abriendo ligeramente los párpados dijo:
-Primero me atacan unos fuertes hombre y luego me envían a una putita a hacerme preguntas...-En esto volvió a bajar la cara.
Yumi ignoró su comentario. El preso olía fatal, tenía la misma ropa con la que le habían retenido y al parecer llevaba días así. Estaba sudado, su negro cabello estaba mojado y no era de agua precisamente. Todas sus extremidades incluido el cuello estaban ancladas a la cruz. Ambos pies tocaban el suelo. Tras la espera que hico Yumi para dejar que se recuperase del todo prosiguió.
-No seas idiota y habla, sabemos que perteneces a la nación del fuego, te adentraste en la ciudad con papeles falsos, además de que eres acusado por homicidio y crear estragos dentro de la ciudad. ¿cuáles eran tus planes? ¿cuál era tu misión? ¿quién te mandó?- Dijo Yumi con mucha seriedad.
El chico volvió a mirarla con cara de depravado. Se notaba que su mente no estaba sana.
-Quítate ese vestido y hablamos muñeca.-Dijo mirándola con cierta lujuria.
Yumi se resignó para sus adentros. Se acercó al maestro fuego y mirándole a la cara le dijo:
-No hablas, ¿eh?
Entonces el preso llevo sus labios a la cara de Yumi pero ésta retrocedió evitando que la besara.
-Está bien...-Dijo Yumi mirándole a sus profundos y oscuros ojos los cuáles mostraban locura y desesperación.-No me dejas opción.
Yumi llevó su mano derecha a la izquierda de su preso agarrando los dedos índice, corazón y anular. En un seco movimiento se los partió con una leve sonrisa en su cara. Tras esta acción el preso soltó un grito de dolor y unas lágrimas resbalaron desde sus ojos a su barbilla. Yumi se dió la vuelta alejándose. De repente mientras le daba la espalda el preso comenzó a reír, era como si disfrutase con todo esto. Todo ello parecía causarle placer.
-¿Acaso te gusta?-Dijo Yumi dándose la vuelta y mirándole a la cara- Veremos pues...
Entonces Yumi se dirigió a una pequeña mesilla en la que había una caja. Se dispuso a abrirla y de esta sacó dos largas dagas, de un acero cromado que brillaba con esa tenue luz. Así es como se dirigió al preso y le miró a la cara.
-¿Vas a responder?
-Enséñame tu delantera y puede que se me refresque la memoria
Obviamente Yumi se percató que se refería a sus pechos y con tono de resignación digo:
-Vale pues...
El preso se alegró de haber conseguido su objetivo pero para su sorpresa Yumi llevó uno de ls cuchillos a su mano derecha y le hizo un corte.
-Sigue así y veremos...-Dijo Yumi mientras miraba al preso a su cara.
Éste se estremeció pero más tarde su cara tomó un gesto de placer. Soltó una amplia carcajada la cual molestó a Yumi y ésta llevo rápidamente la daga de antes a su pierna. Esta daga se clavó en la carne del preso con suma rapidez y la penetró hasta llegar prácticamente al otro lado. Las dagas eran muy largas.
El preso comenzó a llorar de dolor. Eso a Yumi le gustó, por primera vez pensó que hablaría pero nada. El preso como de costumbre comenzó a reírse. Sus ojos eran llorosos a la vez y estaba teniendo fuertes sudores fríos. La sangre brotaba de la mano y de la pierna derechas. De repente, al mirar hacia abajo, Yumi vio que el preso estaba teniendo una erección con todo esto. ¿Cómo podía ser posible? Era repugnante, seguramente Yumi dedujo que lo habían violado de pequeño.
-Veo que te gusta el dolor...-Dijo mirándole a la cara
-Me gusta el dolor y ese uniforme... te define muy bien las curvas...-dijo mientras se reía.
Yumi se auto afirmó de que se trataba de un demente sexual. Pero para ese tipo de gente Yumi tenía un plan. Yumi llevo la punta de la daga izquierda al genital del hombre apoyándola levemente mientras que la otra daga estaba clavada en su pierna derecha.
-Tendré que cortar por lo sano-Dijo Yumi soltando una carcajada.
-¡ESPERA!-Gritó el preso
De repente el preso se echó a reír mientras decía:
-Hablemos, vamos a ver.-Dijo como pensativo mirando a la lámpara verde del techo.- He sido enviado por una gente de la tribu agua sur. Soy un mercenario, no tengo señor.
-¿Ves? Ya nos llevamos bien. -Dijo Yumi sin quitarle la daga del genital.- ¿Cómo te llamas? ¿Por qué estas aquí?- Dijo Yumi apresurando la daga al erecto pene de aquel hombre.
-Me llamo Deitsuko Freng, soy mercenario de la nación del fuego. El motivo de mi entrada eran unos mapas militares del Reino Tierra que ellos querían.
-¿Quiénes son "ellos"?-Dijo Yumi con intriga y curiosidad.
-No lo sé, nunca hablé con ellos directamente. Ellos contactaban conmigo. Me enviaron toda la información en un Halcón Dragón y parte del dinero. Recogería la otra parte al acabar mi misión. Sé que pertenecen a la Tribu agua del Sur.
-Veo que no mientes... Remitámonos a tu homicidio.-Dijo con suma seriedad- ¿Por qué lo hicistes?
-Veo que no controlan bien su ciudad. Ese era otro topo enviado por las mismas personas que a mí. Era mera competencia, tuve que eliminarle.-Entonces se echó a reír sonoramente.
-Ese hombre era... tendré que creerte...-Dijo Yumi con resignación.-Ahora dime; ¿Hay más como tú?
-No
Yumi vio que contestaba muy rápido. ¿Por qué iba a mentirle? Para él el resto eran competencia y no debería sentarle bien, a no ser que no trabajase solo.
-¿Trabajas solo?
-Sí, yo solito
-Me mientes...-Entonces apretó la daga contra su genital haciéndole sufrir mucho apuro.
-¡Vale, vale! No estoy solo.
-¿Quién más?
-Un compañero mío, Mehi Gri.-Dijo mirando hacia la daga que apuntaba hacia su zona genital.
-¿Dónde podemos encontrarle?- Dijo deprisa Yumi teniendo en cuenta la pérdida de sangre que el hombre tenía debido a las heridas.
-¡Anillo exterior, sector D4, edificio 234 Rep., segundo piso a mano derecha!- Dijo con suma rapidez.
Yumi memorizó la dirección y se dispuso a sacar la daga de la pierna del chico mientras avisaba a los guardias de la puerta.
-Has colaborado muy bien, ahora te vamos a ayudar. Lo que colabores va en tu beneficio. Te curaremos las heridas y mañana te despertarás con un plato de comida caliente en la celda. -Dijo echándole una sonrisa.
Los dos guardias de la puerta entraron y uno de ellos inyectó una sustancia al preso para dormirlo, acto seguido usaron un botiquín de la sala para curarle dado que estaba desmayado. Yumi se fue de la sala a redactar toda la información.
Pasaron dos días y avisaron a Yumi de que habían pillado al otro compañero pero que por cuestiones de "seguridad" lo habían matado. No podía morir nadie más así que Yumi se dirigió al cuartel, esta vez sola. Una vez allí abajo pidió que llevasen al preso de la celda a la sala de luces.
La sala de luces era un sitio muy reducido con espacio como para 5 personas. En un extremos había una silla con grilletes y en medio un espacio rodeado de un rail por el que una extraña y divagante en un punto de la circunferencia.
Los guardias colocaron allí a Deitsuko, el interrogado, sobre la silla atrapándolo con los grilletes. Yumi había convencido a su superior de que no le matasen. Allí comenzó la sesión de implantación de recuerdos. La luz del farolillo se encendió y este comenzó a dar vueltas. Mientras Yumi con suma seriedad miraba a los ojos del demente diciendo:
-Tu, no recuerdas nada... nunca has estado en la ciudad de Ba Sing Se... tu fuiste enviado por mercenarios para destruir a la tribu del polo sur... quienes sean que estén en el polo sur, serán destruido por tus llamaradas... tú no le eres fiel a nadie mas que a tus ideales, tus ideales son destruir la tribu del sur.
No les convenía implantarle en su memoria que era fiel al Reino Tierra dado que podría salir a la luz lo ocurrido. Tras varios minutos los ojos del preso comenzaron a dilatarse. Se le había inyectado una toxina de Cangrejo Ermitaño y ésta le hacía ver 10 luces, las cuales le hipnotizaban y le cambiaban su mentalidad. Perdió la consciencia del acto. Tras duras horas repitiendo lo mismo él joven retuvo en la mente ese recuerdo remplazando cualquier otro que lo negase. A juzgar por la personalidad del demente Yumi quiso hacerse un favor a sí misma y a el preso. Le decidió implantar un recuerdo más.
-Tu camino iba dirigido a la tribu sur, pero te encontraste con un grupo de viajeros que pasaban por las cercanías de los muros externos de la ciudad de Ba Sing Se, ahí te divertiste toda la noche con ellos, de las formas que tu quieras.
Tras implantarle el recuerdo le inyectaron un potente sedante de nuevo y se lo llevaron los dos guardias de allí. Más tarde lo soltarían fuera de Ba Sing Se y todo volvería a la normalidad. A Yumi le resultaba fácil su trabajo y sinceramente dormía tranquila por las noches. Toda la vida de ese chico había sido cambiada por Yumi y a ella no le importaba lo más mínimo.
Tema: -Interrogatorio del Dai Li- 
Mar Ago 13, 2013 9:47 am